dia 53

Hoy Gerard me despertó con horario de gallina y a mí despertarme pronto siempre me pone de muy mal humor.
Y creía que mi dia no podía empeorar; allí, tirada en aquella autopista solitaria, llena de coches abandonados y polvo, con un mercenario francés que era peor que mi madre con el hombro doliéndome horrores y una invasión alienígena dominando la Tierra.
Gerard decía de volver, y yo decía que llegaría a Madrid aunque fuese a la pata coja, el se a puesto gallito y hemos comenzado a chillarnos allí, en medio de la nada mas absoluta.

¿Y que dirías que ocurrió mientras Gerard y yo discutíamos a grito pelado, haciendo que los cristales de las mascaras antigás se empañaran ligeramente?
Pues que algo a pasado justo en medio de los dos, como un globo, desenfocado por la poca distancia que lo separaba de mis ojos, un globo gris que ha seguido su camino tras hacernos enmudecer y mirarnos confusos.

Nadie ha tenido que explicarme que esa especie de zeppelín siseante, que volaba exactamente igual que cuando hinchas un globo y lo sueltas sin atar era uno de los marcianos.
En el momento me ha parecido casi un insulto.
Años de teorías conspiranoicas, de hombrecitos verdes, Roswell, y la jodida guerra de los mundos para descubrir que nos han invadido una raza de globos de color gris parduzco.

No le hemos perseguido, al contrario. Corrimos en la dirección de la que parecía proceder aquel ser durante unos minutos en los que gracias a mi asma me pareció que el corazón me saldría por la boca. No paré de correr hasta casi chocar con Gerard, y ver lo que él veía.
Unos enormes postes de alta tensión a los que se aferraban centenares de esas cosas, como extrañas babosas que reptan por ramas negras.
La frase escrita por mi amiga Alicia fue lo primero que pasó por mi mente y le dije a Gerard pero él no parecía entenderme.
Aquellas cosas estaban repletas de hidrógeno.
Sin duda al primer chispazo, todo aquello se iría al carajo.

Yo miraba sin entender, sin saber porque aquellas extrañas criaturas iban a la electricidad (algo que puede llevarlas a explotar) y se aferraban a los cables de un modo viscoso y lento hasta que la voz de Gerard me brindó la solución como en un sueño, con una sola frase demoledora e irrefutable.

“están comiendo.”

Electricidad.
Sin duda tiene que ser eso.
Suena a locura, aunque solo en este planeta ya que (y después de meditarlo mucho) he llegado a la conclusión de que el verdadero problema de estos bichos es la combustión, algo que no existe en el espacio debido a la ausencia de oxigeno.
Así que no es descabellado pensar que, pese a estar rellenos de hidrógeno se alimentan de electricidad.
Nos hemos sentado a observarlos un rato sin saber muy bien que hacer. Ni lo sabemos.
En cuatro horas hemos visto explotar a dos. Pero los demás siguen como si nada pasase.

Uno de ellos ha roto un cable al reventar que ha quedado siseando en el suelo como una culebra, hasta que se han abalanzado sobre él como los buitres de los documentales, inmovilizándolo contra el suelo, como si fuese un ser vivo, formando una masa móvil en la tierra que crecía y crecía.
Ahora me explico los cortes eléctricos

dia 52

“Se despertó y el dinosaurio todavía estaba allí”

Dormía en la parte de atrás del todo-terreno que Gerard había “cogido sin permiso y sin intención de devolver” y nada mas abrir los ojos esa pequeña frase, cuento corto y perfecto de Monterroso me golpeó el cerebro como una pedrada.
Todo igual.
Yo también he “cogido sin permiso y sin intención de devolver” una pequeña maquinita con la que conectarme desde las zonas Wifi que se van cruzando en nuestro camino.
Al principio todo nos fue bien.
Mientras hacía el puente al coche Gerard se sorprendía de que yo no supiese conducir, y yo solo podía responder con un encogimiento de hombros a su pregunta “y como pensabas llegar a Madrid?”
La verdad es que no lo había pensado.
Yo no pienso las cosas.
Ese es mi mayor problema.

A las ocho de la mañana estábamos saliendo de Barcelona como quien acaba de patear un avispero.
El plan (en principio) era llegar, coger a mi amiga y después...

no había después, no sé que había pensado el francés para “después”.

Nada mas despertar, la música de ABBA comenzó a sonar a todo volumen, resonando en la inmensidad de las carreteras desiertas, llenas de coches abandonados aquí y allá, algunos incluso con las puertas abiertas o los cristales bajados.
Todo es tan absurdo, tan horrible, tan inmenso.

De repente oí a Gerard maldecir algo y subir las ventanillas y me di cuenta que todo volvía a estar como amarillento, murmuró que estaban cerca, que escupían esas esporas al moverse, como un globo cuando se deshincha. Yo miraba por la ventana esperando ver a alguno y esperando no verlo jamás, como si todo aquello fuese una broma de Gerard, el cuento del Coco o los gamusinos que cazas en el bosque.
Apagó el estridente sonido de ABBA.

En cualquier situación lo habría agradecido, pero no en aquella; el “tip top, tip top” volvía a resonar, devolviéndome retazos de lo que habían sido mis días, sola y a oscuras; de las explosiones; de Pink.
Le tendí una de las máscaras y se la puso casi sin ni soltar el volante y apenas el dio tiempo a que el coche avanzara dos minutos mas antes de que, sin ningún ruido mas se detuviera dejándonos tirados en medio de un silencio incómodo.
Entonces hemos entendido porque había tantos coches abandonados.
Al abrir el capó las esporas se comían el motor, como el ácido.

Llevamos cerca de una hora parados y tengo hambre.
Gerard dice que no es prudente avanzar a pie cuando está oscureciendo y que me duerma.
Pero no puedo dormir más.
Estamos pasando la noche en una carretera, pese a todo, las estrellas se ven preciosas.

dia 51

He tenido una acalorada discusión con Gerard.
Al principio seguía considerando que por mi seguridad era mejor que no supiera nada y me limitase a salir de la ciudad, que todo era información reservada.
Al preguntarle sobre los globos el se a limitado a poner cara de extrañeza y decir que quien me lo había contado.
Y entonces le he chillado que, maldito gilipollas, el cielo ha estado de color amarillo; que mierdas de información reservada podía haber allí...

Y me he ganado un buen bofetón.
Gerard es, si cabe mas cabezota que yo. No creo que sea mala persona, pero lo que si creo es que el “complejo del justiciero” le invade totalmente.
El complejo del justiciero es cuando una persona en vez de correr y salvar el culo se queda, pensando en que es lo correcto aunque no pueda hacer nada por cambiar o mejorar una situación. Y por lo que parece la “situación” de Gerard soy yo, una veinte añera gruñona y mal hablada que a poco que se descuide hará que le maten, como a Pink.
Soy consciente de ello.

Se ha sentado con un suspiro ante mis brazos en jarra y ha comenzado ha hablar muy lentamente, a narrar como les habían arrancado de un conflicto bélico para meterlos en una ciudad enloquecida.
Nadie les había dicho nada.
Algunas personas en la ciudad, totalmente idas por la ingesta de esporas atacaban a otras.
No sabía si la enajenación se debía a una exposición mas grande, a la edad o peso de la persona o simplemente era algo genético. A algunas les pasaba y a otras no.

Habían visto a gente matarse a mordiscos, destrozarse a golpes, con un sadismo impropio de cualquier ser civilizado.
Robar cadáveres para esconderlos, como los chacales.
Me decía que nunca había visto nada así. Era algo que un hombre de su batallón definió como Windigo, el duende de los bosques, pero que fuera lo que fuese las ordenes eran no dejar nada en pie.
Y así lo hicieron.
Y yo sentía que me había encontrado con una pieza gigante del puzzle.
Los gritos y disparos de los primeros tres días, cuando me atrincheré en mi casa después de las explosiones; la mímica de Pink.
Ya todo comienza a tener sentido en mi mente.

Me voy a Madrid. Ahora es Alicia la que me necesita.

dia 50

Apenas lo creo. Apenas puedo creer nada.
Esta mañana al despertarme el corazón me dio un vuelco.

En la barra del escritorio de mi portátil, una luz naranja parpadeaba.
La he mirado unos segundos sin reaccionar antes de abalanzarme sobre el ordenador y abrir la ventana de messenger que reclamaba mi atención.

Dos mensajes de una amiga que estudia en Madrid, preguntándome si estaba bien. Recibidos hacía cerca de hora y media. Seguía en línea.
He tecleado a trompicones hasta que me ha dado una respuesta.
No sé si alguien mas sabe lo que esta pasando pero me veo incapaz de repetir lo que ella me ha contado. Os pego un fragmento, después pensad lo que queráis y yo iré a pillar a Gerard por el cuello



“Alicia dice:
Tia, es que esto es muy fuerte, joder. Los putos globos están por todos lados aquí ¿Allí también? .O.

Mar =por favor contestad= dice:
¿Globos?

Alicia dice:
Si joder, los globos grises. ¿No los has visto?

Mar =por favor contestad= dice:
Aquí había una especie de ceniza amarillenta, pero se fue hace unos dias…

Alicia dice:
Si, es cosa de los globos. A lo mejor se han ido.

Mar =por favor contestad= dice:
No se de que hablas. En serio. Por aquí han estado pasando cosas horribles.
El ejercito está haciendo cosas horribles. No hay nadie en la calle, no hay nada en la tele

Alicia dice:
Entonces no los has visto?

Mar =por favor contestad= dice:
Ver que?

Alicia dice:
A los globos, los putos globos

Alicia dice:
Bueno yo los llamo globos, no se que son.
Alicia dice:
Vi uno de cerca el dia que todo se lio, cuando iba a la facultad. Son como una especie de saco grisáceo que vuela.
Ellos tiran las esporas amarillas que decían. Son como de seta y vuelan a propulsión.

Alicia dice:
Son algo muy raro, en serio no has visto ninguno?

Mar =por favor contestad= dice:
WTF?

Mar =por favor contestad= dice:
Sacos que vuelan y tiran esporas? Nena, ¿tu estas bien?

Alicia dice:
No. Cogi a uno, no muy grande y trate de diseccionarlo a ver que era. Y no se que hice que de repente esa cosa peto.

Mar =por favor contestad= dice:
Estas bien??

Alicia dice:
Bueno, tengo quemaduras en las manos y como me cai hacia atrás me hice daño en el tobillo. No creo que este roto, pero tengo una buena torcedura. Se ha hinchado como una bota.

Alicia dice:
Vuelan tirando hidrogeno. Lo digo para que tengas cuidado, porque esas cosas pueden petar. No son muy estables.


Mar =por favor contestad= dice:
Joder

Alicia dice:
Bueno, ahora estoy en casa. Estoy bien. Tengo provisiones.

Alicia dice:
Y pensar que todos se reían de mi cuando comencé a cultivar verduritas en el balcón xD

Alicia dice:
Y tu que tal?

Mar =por favor contestad= dice:
Bueno. Trate de disparar un rifle y me saque el hombro de sitio.

Alicia dice:
Joder tia, pero que trataste de disparar ¿un antitanques?

Mar =por favor contestad= dice:
No…yo que se…un rifle grande de militar.

Alicia dice:
Pues tuviste que cojerlo mal de cojones.

Mar =por favor contestad= dice:
Oh perdona, prometo que para el siguiente Apocalipsis me sacare un curso CCC en supervivencia.

Alicia dice:
Y aparte de eso?

Mar =por favor contestad= dice:
Bueno, encontré a un militar francés con el “complejo del justiciero” Que se le ha metido entre ceja y ceja salvarme el culo.

Alicia dice:


Alicia dice:
No te acerques a esa gente. Son peligrosos.

Mar =por favor contestad= dice:
Eso ya me lo dijo el. Creo que es un desertor o algo.

Alicia dice:
Mar, ese tío no es un militar.

Alicia dice:
Cuando todo ocurrió en ningún momento desplegaron a los militares en la ciudad, se los llevaron a otro sitio.

Mar =por favor contestad= dice:
¿Qué sitio?

Alicia dice:
No lo sé. Pero ese que esta contigo no es un militar. Estoy casi segura.

Alicia dice:
Aquí también había de esos. Yo pensaba que eran militares.

Alicia dice:
Los primeros días, de tanto respirar esporas a mucha gente se le fue la cabeza y atacaban a otra. Fue algo muy cafre.

Alicia dice:
Soltaron a una tropa de mercenarios armados hasta los dientes, como en Irak. Cuando ya no les quedó nada mas que matar se dedicaron a hacer el gamba por la ciudad. Y esos, primero disparan y después preguntan.

Mar =por favor contestad= dice:
¿y los cuerpos?

Alicia dice:
No se. Se los llevan, o se los comen o yo que sé. El caso es que desaparecen.”

dia 48

Los días pasan lentamente y ni Gerard ni yo nos atrevemos a movernos demasiado.
Sigo sin saber mucho de este hombre. Escribo esto ahora que duerme...no le gusta que escriba. Dice que podrían localizarnos, pero ¿quién? Realmente hay alguien? Y en caso de haber alguien ¿no es mejor que nos localicen?
Mi hombro sigue doliendo han pasado dos semanas y sigue hinchado, reclamando frío, latiendo y escociendo bajo las vendas.

Gerard calienta latas en el horno. Es un tío grande, con aspecto de llevar mucho tiempo en el ejercito, cosa que me extraña porque, si fuera así... quiero decir que cuando llevas cierto tiempo en estos sitios te ascienden, y ya no ves un campo de batalla porque estás calentito en un maldito bunker. No sé. A lo mejor solo son suposiciones mías.
Debe tener unos 40 bien llevados, de modales toscos, risa estruendosa y cicatrices de arañazos.
Tiene una herida en la pierna o el pie que no he visto, pero cojea ligeramente.
Le pregunto por su unidad y solo encuentro evasivas. Al principio me hablaba como si todo su grupo estuviese allí, disperso por la ciudad. Pero hasta yo me doy cuenta de que la triste verdad es que estamos solos. La hipótesis de que es un desertor es la que mas me gusta, aunque también puede ser que su unidad haya muerto, o se haya perdido...
Ahora mismo los puntos que más me escaman son:
- Porque hay militares franceses en Barcelona.
-¿Es un desertor?
-¿Qué es lo que sabe y no quiere contarme?
-¿Hasta que punto puedo fiarme de lo que me cuente?
Todo enlazado con la eterna pregunta...evidentemente ¿qué ha pasado aquí?
A él le sorprende que haya sobrevivido sola.
Le conté mi historia al principio. Solo rió y dijo que era como un gato; tenia 7 vidas.
Era la reina de los gatos.

En la habitación escuchamos discos de jazz mientras él monta y desmonta el fusil, murmurando el nombre de cada pieza en francés muy lentamente.
Tenemos largas conversaciones que duran noches enteras. Hablamos de nada.
Hablamos de sueños y recuerdos; de nuestras familias, de aquel viaje a Roma, de la fiesta de graduación.
Y cada vez que pregunto por los aviones se hace el silencio. Cada referencia al signo que decora todas las paredes es un reproche.
Le digo que yo también tengo derecho a saber, pero no escucha.
En cuanto mi hombro esté mejor saldremos de la ciudad

aviso

Rompo la pequeña magia del blog en vivo para agradecer a todos aquellos que me animais y seguis el rollo con vuestros comentarios y decir que no he muerto, peor...estoy de examenes. De modo que cuando logre acabar con todos volvere con energias nuevas y giros inesperados en la aventura

Un beso

Mar

DIA 34

Durante 2 días no salí de detrás del mostrador.
Pasar horas encerrada en la penumbra, casi sin atreverme a respirar me agotó psicológicamente de un modo que jamás hubiese podido imaginar.

Finalmente subí a la parte de arriba del edificio en el que estaba el ciber café en busca de comida; era un pequeño departamento con cocina, baño y cama.
Y entonces hice algo que hasta aquel momento me había parecido una locura pero...no sé.
Supongo que me sentía demasiado mal como para pensar.
Tomé una ducha.
El agua caliente, casi hirviendo, el vaho y por primera vez, despreocuparme totalmente de si estaba envenenada, tenia hongos o caía ácido.
Me daba igual.
Después busqué ropa limpia en los armarios y me sentí un poco mejor al abrazarme a Fernando en el sofá y dormir.
Dios no sé cuanto dormí. Y no me habría despertado de no ser por el hambre y la sed.
Medité un buen rato hasta que decidí que solo había dos opciones; buscar comida, o morir de inanición.
Llevaba tres días y medio sin comer, más de lo que he estado en mi vida, sin embargo no tenía hambre.
Ni un poco.
Pero tenía que comer.
La idea de que me ataquen de improviso en estos momentos ya se ha diluido bastante pero solo hace 4 días era terror real.
La imagen de Pink cayendo sigue nítida en mi cerebro como si siguiera viéndole ante mi; flaco, torpe y encorvado.
Lo único que cogí fue la mochila del portátil...y mi gato de la suerte.

Pasear por una ciudad vacía comenzaba a parecerme lo normal.
Hacía un día y medio que la ceniza había dejado de caer, y no ha vuelto a hacerlo hasta día de hoy, el cielo estaba brillante aquel día. Azul, despejado y precioso.
Bajé por la calle Balmes, con los oídos atentos a cualquier cosa, refugiándome bajo los toldos. Trasteé supermercados y comí sentada en cualquier pasillo. ¿Qué mas daba ya?
El plan era salir de Barcelona como fuese.
Caminé dejando que la brisa del medio dia meciera mis cabellos y en un par de momentos hasta llegué a casi confiarme. Casi pensar que aquello era normal, que estaba bien...
Y de pronto no pude sino pararme en seco. Como un golpe, una voz, una voz lejana...una guitarra, que me hizo echar a correr hacia ella muerta de miedo, pero no, no eran helicópteros.
Era una grabación.
Me planté bajo el balcón del que salía aquella música respirando a toda velocidad de cansancio y terror, pero tenía que mirar, tenía que ver.
La puerta de la entrada estaba rota, y la voz de Chavela Vargas con su “Llorona” parecía llamarme desde el piso de arriba.

Subí en un silencio sepulcral, como si la vieja Vargas estuviese allí y temiera interrumpirla. Como si el espiritu de la llorona fuese a marcharse para siempre si me veía.
La habitación estaba vacía. Solo el tocadiscos y una manta. Un armario ahora apartado también había estado cubriendo la ventana.
Tomé la manta con cuidad y debajo, un rifle.
Dejé el ordenador en el suelo y lo levanté como pude, oyendo como la canción volvía a comenzar.
Hasta que una voz a mis espaldas me hizo chillar.
Era un militar, grande, muy grande. Un militar como los que mataron a Pink.
Le amenacé con el rifle, le dije que se estuviera quieto pero se limitó a hablarme en un tono paternal que solo logró cabrearme más y más, diciéndome que lo dejara porque iba a hacerme daño.
Solo podía pensar en que yo si que iba a hacerle daño a él cuando apreté el gatillo, después sentí un golpe muy fuerte en el hombro, como un golpe con una vara de metal y mucho dolor.
Y caí al suelo chillando.
Tardé casi 10 segundos en saber que había pasado; no había tenido en cuenta el retroceso. Así de simple.
La bala se había incrustado en el techo, sobre la puerta y yo me había hecho realmente daño.
Después, sobre el dolor, sobre Chavela Vargas, llegué a pensar que me mataría. Pero no lo hizo.
Solo me susurró que aquello era normal, que me había dislocado el hombro.
Me cogió el brazo casi a la fuerza, impidiendo que me pusiera derecha con uno de sus propios pies y tiró fuerte de improviso. Nada jamás me ha dolido tanto.
Y lo movió para comprobar que estaba bien...y lo inmovilizó.
Yo no podía parar de llorar de dolor y miedo.
Y él me susurraba en español, un español con acento francés, preguntándome quien era y que hacía allí, y yo no sabía contestarle. No podía pensar.

Llevo con él 4 días. Le he preguntado varias veces que es lo que ocurre pero no quiere responderme. Solo me ha dicho que se llama Gerard y que nació en Toulouse. Habla mucho de Toulouse. Bueno...habla mucho.
Me llama “princesa” y me trae comida; dice que tiene una hija de mi edad.
De lo ocurrido con Pink solo me dice que no me acerque al ejercito, ni al de salvación.
Creo que es un desertor. Ni siquiera sé si realmente se llama Gerard, ni que hace aquí un militar con acento francés.
Todo es muy confuso.

dia 27

Estoy harta de oír mi respiración. Llevo 4 días oyendo solo eso.
No paro de temblar, apenas puedo teclear en mi PC.
Sigo en el ciber, en una trastienda.
Todo se ha jodido. Todo.
Desde hace 4 días esto es el infierno.

Las provisiones casi se habían acabado cuando Pink y yo salimos de exploración. Atardecía en el centro de Barcelona.
Las pintadas ahora brotan de la pared como setas. Pero no habíamos visto a nadie hacerlas, nunca, pese a que a veces las tocaba y mis dedos quedaban negros de pintura fresca.

Recorríamos las calles recogiendo todo lo que podíamos recoger.
En otros viajes Pink me había conseguido un buen abrigo que me salvó de las últimas lluvias y un gato de la suerte chino, de esos que mueven la patita al que llamé Fernando y que ahora mismo me mira desde arriba de una estantería sin dejar de mover la pata.
De repente algo nos sobresaltó. Un estruendo. Un helicóptero.
Por como sonaba ambos comprendimos que apenas estaba a un par de calles de allí y emprendimos la carrera para ver, con nuestros ojos, si era verdad que aún quedaba alguien, o si eran los autores de las pintadas.
Pink más rápido se me adelantó hasta quedarse contemplando la escena desde detrás de unos arbustos de la placita.
Yo le miraba a él y al enorme helicóptero militar situado en el centro de la plaza desde una esquina, agazapada tras unos contenedores.
Sin poder moverme.
Tres militares bajaron del cacharro y tantearon ligeramente el terreno.
Vi como Pink me miró un segundo y le hice el gesto de que no, que se estuviese quieto.
No era un helicóptero de salvamento sino de transporte, alargado, verde y con dos enormes hélices, una sobre cada extremo.
No mandan helicópteros de transporte para salvar gente. Si hubiera estado un poco mas cerca, me habría gustado poder hacérselo ver a mi amigo.

Antes de que pudiera hacer nada, corrió hacia el grupo, careta en mano.
Después oí como explosiones, como dos petardos y el flaco cuerpo de Pink se desplomó.
Le vi. Le vi moverse en el suelo mientras su camiseta amarilla se teñía de oscuro.
Siempre pensamos que la sangre es roja, pero yo solo veía negro.
Y se levantó. Con la camiseta empapada en sangre por delante y detrás. Encorvado, se levantó y miró un segundo hacia donde yo me encontraba, y lo reconozco; fui presa del pánico.
El pánico, el maldito pánico me recorrió como electricidad, solo con pensar que vendría hacia mí en su delirio y me delataría ante los asesinos que le apuntaban riendo a través de sus máscaras.
Pero Pink no deliraba. Comenzó a caminar, pero no hacía donde yo estaba, sino rumbo a otro sitio.
Y apenas dio 6 pasos, antes de que un nuevo disparo impactara contra su cabeza derribándole, dejándole tendido ahí, de lado, solo, pequeño...cada vez mas pequeño, como si se pudriera ante mi. Tuve que morderme los labios para no chillar.
Me alejé y corrí como nunca de regreso al ciber.
Y después me tumbé en el suelo, sintiendo como si aquellos hombres me hubieran seguido.
No paro...
No, no paro de temblar y ahora;
Vuelvo a estar sola...

dia 22

Puedo afirmar que desde hace 20 días pocas cosas me sorprenden.
De echo pensaba que nada volvería a hacerlo jamás.
Sin embargo, si algo me ha enseñado la vida a estas alturas es, nunca digas nunca.

Esta mañana Pink me despertó exaltado. Me sacudió y me llevó casi a rastras hasta la puerta de entrada.
He tardado casi 15 minutos en recuperarme del shock. Ni un disparo me hubiese impactado tanto.
En la puerta de cristal, a trabes de la persiana metálica alguien ha estado dibujando.
Un enorme símbolo chorreante hecho con spray negro la cruza ahora de arriba abajo.
El mismo símbolo de la televisión.
Pink lo señalaba exaltado, y después al cielo, y después gesticulaba y después...

Los aviones.

Por lo que puedo entender, los aviones, o algo relacionado con los aviones llevaba el símbolo, pero no sé que decir.
No intentaron forzar la cadena para entrar.
No hicieron ruido.
En apenas 10 minutos habíamos recogido las cosas y corríamos tan lejos como nos permitían nuestras piernas y el carrito de la compra de aquel lugar.
Hemos serpenteado por las callejuelas del centro. No me atrevo a salir a una plaza abierta.

La misma pintada está en muchos sitios; tiendas, casas, parques.
Por idea de Pink ahora estamos en un ciber. Yo estoy mejor. Él no.
Ni siquiera se mueve, solo mira afuera como esperando algo con terror.

dia 19

Llevo dos dias dando vueltas por Barcelona.
Al principio Pink parecía reacio a salir, pero luego comprendió que yo iba en serio y me siguió cargado con algunas cosas.
Nos hemos atrincherado en el piso de arriba de un Starbucks después de encadenar la persiana por si acaso.
La tos que hace unos días me amargaba la vida ya ha desaparecido, auque solo en mi caso, mi amigo sigue con problemas pese a la mascara.
Creo que respiró demasiado, o tal vez es porque es mas niño, o de otra raza.
No lo sé, no soy medico.

Tendríamos que ir a una farmacia pero, joder, las que están abiertas ya han sido desvalijadas y las cerradas son como fortalezas.
Tenemos latas de sopa china al curry como para enterrarnos en ellas, cogidas de un LidL con el que nos cruzamos. Estoy harta de curry. Juro que cuando todo esto pase no volveré a probarlo.
Tenemos una pelotita verde.
Como no podemos hablar, a ratos nos dedicamos a tirárnosla. Al principio íbamos con cuidado, pero ya pasamos de todo y tenemos el Starbucks destrozado.
Hemos roto casi todas las tazas y dos espejos. Menos mal que nadie va a pagarlo.
Al menos el fin del mundo ha servido para que pueda liberar mi furia post adolescente contra uno de los grandes exponentes del capitalismo moderno.
Y si Mcdonalls hubiese tenido wifi también habría caído.
La radio sigue sin dar noticias y el símbolo aparecido en televisión hace aproximadamente dos horas que desapareció, dejándome de nuevo con el mensaje anterior.

Por las noches nos apiñamos para dormir juntos. Yo duermo sentada, ya me he acostumbrado a ello. A veces, antes de dormir Pink habla, cuenta historias que no entiendo, pero no importa, me las imagino y son preciosas y con sus manos y una linterna dibuja formas en la pared de enfrente que se mueven y bailan.
Animales que aúllan en la noche, y yo aplaudo como niña, porque es mejor que cualquier película y él sonríe un poco cansado y se duerme en mi regazo.
Si no fuera porque no sé nada de ninguno de mis seres queridos, porque el único alimento que hay es una pobre variedad de comida barata en lata y porque estoy pasando el Apocalipsis en un Starbucks, diría que han sido dos días inolvidables.

dia 15

Hemos pasado unos días a base de provisiones, y la verdad, estoy harta de comida enlatada.
Sin novedad hasta hoy.
Pero hoy todo ha cambiado.
Al encender el televisor en una de las habituales rondas que hago para comprobar que todo sigue en su sitio algo había cambiado, por primera vez en dos semanas.
El mensaje de la pantalla ha desaparecido y en su lugar hay un símbolo que se alterna a ratos con una especie de carta de ajuste.
Pink la señala y señala al cielo.

Estoy confusa.
Diría que parece el logotipo de alguna empresa pero es descabellado.
¿Podría ser que alguien se estuviese forrando con el fin del mundo?
Llevo horas dando vueltas.
No entiendo nada, pero la idea de salir de la zona en busca de mas supervivientes cada vez es mas atractiva.
Podría haber mas gente como Pink. Alguien que supiera algo o alguien que le entendiera.
Como mínimo salir me daría una visión más amplia de las cosas.
Mi nuevo amigo me mira desde el sofá. Sabe que tramo algo. No sé si querrá acompañarme.
Prepararé el portátil, y algo de comida para intentar estar cuanto más lejos mejor antes de que oscurezca.

dia 11

Ha dormido durante casi 14 horas.
Yo le veía hacerlo; cuando llevas casi diez días sin ver a otro ser humano las pequeñas cosas como la respiración, el movimiento de los ojos tras los párpados, la boca entreabierta o el cabello negro sobre la almohada te parecen fascinantes.
Le he tocado la mejilla un par de veces, para cerciorarme de que realmente estaba allí.

Y es hermoso como un muñeco, aunque bueno, podría ser la criatura más grotesca de la faz de la tierra que yo seguiría viéndole como un ángel caído del cielo.
Estoy feliz.
Al despertarse parecía desorientado y creo que mi actitud impaciente y eufórica no ha ayudado mucho.
Ha sido entonces cuando me he dado cuenta de que no habla castellano.
Apenas conoce algunas palabras en inglés. Dice que se llama Pink, o Bink, no le entiendo muy bien.
Que tiene 16 años y que lleva unos tres meses en Barcelona es todo lo que he podido lograr que me explique con gestos comprensibles.
He hecho referencia a las explosiones por mímica, dibujos y todo lo que se me ha ocurrido calendario en mano y he leído en sus ojos que había visto algo, algo que trataba de explicarme con sus palabras, sus gestos, unas onomatopeyas exageradas que dibujaban grandes desastres en mi mente.
Lo intentó durante horas.

Él salía,
él vio algo
algo hizo bum
y aparecieron aviones.

Lo de los aviones yo ya lo sabía. Era imposible no haberlos oído sobrevolar las casas, tan cerca que parecía que fuesen a caer.
Pero, aún me pregunto ¿qué fue lo que vio?
Me lo dibujaba una y otra vez con las manos, hasta verme negar con la cabeza.
Y ha dejado de intentarlo. Se ha sentado frustrado en el sofá y me ve escribir en silencio.

Desde que llevo mascarilla me siento mejor.
Por casa uso las de papel, porque mantenemos puertas y ventanas cerradas, poniendo trapos en cualquier agujero que vemos por nimio que sea, y en la calle la de los bomberos, a la que he acabado poniendo los filtros de cafetera instantánea, que esos nadie los ha robado del super.
Mi nuevo amigo no quiere salir de casa, ni quiere que yo salga.
Tiene la edad de mi hermano menor y tal vez por eso me inspira ternura. Me llama Mara y sonríe, y asiente como si me entendiera.
Creo que tendría que conseguir un diccionario decente porque (demostrado) no existe ninguno que valga la pena en Internet.
Solo ha servido para frustrarnos más.

dia 9

Ha pasado algo. Y es emocionante.
Tenía miedo de estarme volviendo loca pero no. Tal vez todo esto merezca mas la pena de lo que yo creía.
Estoy ansiosa, me tiemblan las manos, muchas cosas han pasado en 48 horas y ahora hay una respiración que acompaña a la mía.
Pero supongo que lo primero es hablar de mi nueva adquisición material y lo que pasó ayer antes de hablar de lo ocurrido hace un par de horas.

No me atrevo a ir ni por casa sin mascarillas.
Apenas me las quito para comer una vez al día.
Sigo estando como resfriada y me canso mas de lo normal con cada movimiento.
Sin embargo la mayonesa me ha hecho revivir. Y mi madre diciendo que tantas calorías en un mismo sitio no eran buenas. Mayonesa, patatas hervidas y pan seco. Todo regado con un buen trago de refresco me supo a manjar de reyes comparado con lo que he comido hasta ahora.
Además, digan lo que digan la mayonesa no caduca hasta la fecha que pone en el tarro.
Demostrado.
Voy cogiendo confianza poco a poco. Mi casa es un pequeño edificio, en el que la planta baja es una escuela de escaparatismo y en el primer piso solo hay dos casas; la de mi casero y la mía.
No está. El primer día traté de buscarles a él y a su esposa sin éxito. Así que una semana después me he decidido reventar la puerta de su casa por un caso de extrema necesidad; su bañera.
La mía estaba perfectamente acollada al suelo y habría tardado días en arrancarla, pero el capullo de mi casero tenía una de esas bañeras antiguas de patas de animal, tan (por llamarlo de alguna manera) pasada de moda.
Corto el agua antes de comenzar a pelearme durante casi 5 horas con la tubería que la une al desagüe y el cemento que pega las patas al suelo y doy gracias a dios por vivir puerta con puerta, algo muy útil a la hora de robar una bañera que pesa mas que tu.

No sé si en todos lados fue igual pero aquí todo comenzó con explosiones, como un bombardeo que duró casi dos días.
Temo que vuelva de modo que usaré la bañera como protección en caso de que así sea. No tengo ni siquiera el indicio de que vaya a pasar pero no puedo ni dormir por las noches pensando en que sí.
Tener la puta bañera le hará mucho bien a mi pobre mente obsesivo-compulsiva.
La dejo en la habitación mas interior de la casa, junto al piano y me dispongo a salir a la calle por segunda vez en busca de alimentos.
Con el mono verde y la mascara antigás parezco de un equipo de fumigación o un cazafantasmas venido a menos, pero bueno; todo es mejor que el chándal, y de nuevo, mochila al hombro y apenas salir por la puerta ahí estaba.
Pensé que estaba muerto, pero aún así no le había visto antes. Y eso ha sido motivo suficiente para acercarme.
Pero respiraba.
Algo menor que yo, o así lo creo, aunque no lo sé porque es oriental y nunca se me ha dado bien averiguar la edad de alguien asiático.
Le he tomado del hombro obligándole a sentarse y agitado levemente. Ni siquiera a notado que me acercaba.
Solo estaba ahí, tirado. Me ha mirado con miedo, revolviéndose un segundo con fuerza casi nula y he dejado de hacer presión para no asustarle.
Le he preguntado que como estaba, como se llamaba y no se cuantas cosas mas.
No me ha contestado porque la tos no se lo permitía.
Me ha mirado un segundo confusamente antes de caer de nuevamente redondo, dejándome con el papelón de subirle hasta casa.
Ni contar las peripecias que he tenido que hacer para subirle al piso.
Pero me alegro de tenerle aquí.
Ahora le veo dormir. Le he puesto una mascarilla y la tos ha bajado de intensidad.
Cuando despierte calentaré un poco de leche con galletas para celebrar nuestro encuentro.

dia 8

La decisión no fue fácil de tomar pero la tomé.
Lo hice.
Aparté el mueble que cubría la puerta del balcón lo suficiente para ver lo que ocurría fuera y recuerdo que solo pude pensar “oh dios”.
Al principio creí que estaba nublado. Levanté los ojos esperando la cálida luz del sol, pero ahí no había nada.
El cielo amarillento, el aire amarillento. Y es que una especie de ceniza ocre flota en el ambiente y se acumula caída en mi balcón con casi dos palmos de altura, como nieve.
Ahora ya me he hecho a la idea de que “eso” está ahí, pero en aquel momento casi me caigo de culo.
No sé si esto está solo en Barcelona o en mas sitios.
No hay ni una maldita imagen.
He buscado algo que se le parezca, pero nada.
Ni siquiera sé si es venenoso, pero lo que sí sé es que me cuesta respirar por culpa de eso.
Doy gracias a dios por haberme hecho cerrar puertas y ventanas sin embargo no me siento a salvo.
Sentir como los motivos para abandonar el único sitio que consideras seguro crecen y crecen no es algo agradable pero aún así decidí hacerlo momentáneamente.
Necesitaba comida y algo más.
Necesitaba sentirme segura.
He destrozado mi sabana más bonita con unas tijeras, y cuando las tijeras se han atascado por las prisas he seguido a tirones
Mis botas con puntera de metal, un pantalón de pijama, otro de chándal encima (dios, desde el colegio que no usaba eso), una camiseta de manga larga, guantes y gorro de lana, las viejas gafas de bucear, una mochila y los jirones de sabana rosa pastel empapados en agua mineral envolviéndome nariz y boca.
Reconozco que antes de salir, palo de escoba en mano, no he podido evitar sonreír ante el espejo. Yo soy incapaz de salir a la calle con un mínimo glamour y existen tías como Mila Jovovich capaces de derrotar a ejércitos zombie en shorts y ligueros, hay que joderse.

En la calle reinaba el silencio.
A la carrera he salvado la distancia que me separa del centro comercial. Tal vez por la soledad, o por los coches abandonados en medio de la calzada, algunos con las puertas abiertas, tal vez por el eco, los semáforos aún cambiando de color o por la ceniza amarillenta que lo cubría todo, me a dado la sensación de estar en otro planeta.
Alguien se me había adelantado. La puerta automática estaba literalmente reventada.
Durante un segundo me ha invadido la duda, pero mis ojos han vagado hacia la izquierda, hacía la tienda que hay justo al lado del supermercado.
Una pequeña tienda de ropa de trabajo. No estaba saqueada.
Suelo tener pocas ideas brillantes pero la de hoy a sido una de esas.
He buscado en un coche cercano la barra de inmovilizar el volante y la he lanzado contra el escaparate.
A la primera solo lo he agrietado, de modo que he seguido insistiendo.
Siempre he pensado que eran mas fáciles de romper.
Hasta la cuarta o la quinta no ha cedido y sonaba una alarma insoportable.
Monos de trabajo, guantes de calidad, y mascarillas.
He metido todo lo que cabía en la mochila con prisas, como si estuviese robando de verdad y cuando me disponía a salir, me he topado de frente con dos mascaras antigás de las que usan los bomberos.
Y ha sido mejor de lo que nunca podría haber soñado.
Me he arrancado la sabana de la cara y me he puesto una precipitadamente.
La otra ha acabado también en la mochila, nunca se sabe.

Antes de salir una de esas máquinas de café y té que estaba en la trastienda también ha quedado destrozada bajo mi barra, lo he hecho para quedarme con la bolsa de leche en polvo que escondía en sus tripas. Me he sentido miserable, pero no puedo permitirme el lujo de despreciar nada.

Después de la tienda, mochila a cuestas he puesto 50 céntimos en uno de los carros del supermercado y he paseado por él como quien hace la compra.
He podido sacar paquetes de pasta pre-cocinada, un par de botes de tomate frito, algunas latas de espárragos, cinco tarros de mayonesa, refrescos, leche condensada, harina, galletas y alguna que otra conserva.
Con eso y un par de botellas de agua se me sentido como un gran cazador que vuelve a su cueva, avanzando sobre la nieve amarilla, con el bisonte metido en un carro de supermercado.

dia 7

Hoy han habido otros tres cortes de electricidad. Cada vez que ocurre sudo frío pensando que la corriente no volverá y me quedaré a oscuras.
Tengo los brazos pringosos después de haber dado buena cuenta de una lata de melocotón en almíbar, pero no me importa. Si huelo a melocotón no huelo a sudor.
La tos no ha parado, es más, siento una presión en el pecho; como de constipado. Solo que sé que no lo es.
Mis gafas se empañan cada vez que al toser, pongo la mano frente a la boca y el aire caliente sube y sube hacia el techo.
El calor a remitido un poco desde ayer y el termómetro ronda ahora los 23 grados, algo que no deja de ser excepcional para esta época del año.

Después de poner algo de incienso me he sentido mejor.
El olor a incienso siempre me remite a sitios familiares como una caricia, sin embargo no sé...estoy confusa, antes estaba asustada pero supongo que la apatía ya me ha podrido por dentro.
El agua se está acabando.
Cierto es que por el grifo aún sale pero sigo sin confiar.
La idea de hervirla a presión no me parece mala del todo pero, de todos modos una pregunta llena mi mente por completo; “y después ¿qué?”
Llevo 7 días encerrada. A muy estirar me quedan otros 4 de provisiones.
Tengo un supermercado en la esquina y apuesto conmigo misma que nos soy capaz de ir, saquear y volver en menos de media hora.
No sé si es casualidad o costumbre pero el sonido que me amenazaba hoy parece sonar algo mas lejano.
Tal vez por eso tengo el valor de plantearme por primera vez en 7 días la idea de salir de casa, aunque no sé que pasará.
Supongo que, lo primero es lo primero.
Voy a apartar el armario que cubre la puerta del balcón.
No sé que va a ocurrir después, solo espero estar aquí mañana.

dia 6

Ha habido cortes de electricidad.
Cinco en total, todos de apenas unos segundos.
Lo veía en la pantalla de mi portátil; como ésta perdía algo de brillo para ahorrar energía y lo recuperaba instantes después.

Hace calor, y no soy yo.
Las paredes están calientes. Me pregunto si hace el mismo calor en todos lados.
Lo único que me mantiene fresca es tumbarme en el suelo.
Me quitaría la ropa pero, joder...una pequeña chispa narcisista me lo impide.
Sería casi irónico que el fin del mundo me pillara en bragas.
Ese pensamiento me hace soltar una carcajada por primera vez desde que todo comenzó.
Tarareo todas las canciones que se me ocurren y cuando no me sé la letra me la invento.
A ratos callo, me pongo junto al armario que tapa la puerta del balcón y escucho en silencio.
Antes siempre maldecía cuando las palomas me invadían la barandilla. Ahora me esfuerzo por oír su imbécil gorgoteo. Pero nada.
Que bien dicen que son ratas con alas; y las ratas han abandonado el barco, me temo.
Veo videos de youtube. Uno tras otro.
Cuanta estupidez humana hemos podido acumular en un mismo sitio en ¿cuánto? ¿cinco años? Vídeo de hombre haciendo estupidez...merecemos lo que nos pase, por ineptos.

Son las 4.34 de la madrugada, del día 26 de febrero y aquí dejo constancia que, desde hará unas 6 horas ( a partir de que yo me he percatado) el aire se ha hecho pesado.
Es leve, muy leve, pero como asmática que soy reconozco la sensación.
Primero lo achaqué a la temperatura, pero no.
O al menos no solo eso. Tengo ataques de tos desde hace 20 minutos, como de constipado.
Nada que no pueda controlar mientras me queden caramelos.
El messenger sigue sin darme respuestas y el “TipTop-TipTop” resuena ya como una letanía.

dia 5

Llevo cinco días. Cinco malditos días oyendo ese ruido.
Como un “TipTop-TipTop”.
Creo que me estoy volviendo majara.
Da igual que las ventanas estén cerradas, eso da igual.
Quiero ver el Sol, el maldito Sol. Pero no puedo
No mientras siga oyendo “TipTop-TipTop”.
Así, lejano, quedo, sordo y bobo. A veces pienso que lo mejor sería apartar los muebles que tapan las ventanas y ver de una buena vez que está pasando ahí fuera.

Los gritos que comenzaron con el “TipTop-TipTop” ya hace tiempo que pararon y ahora solo se oye eso.
Todo el día. Toda la noche.
Aunque no puedo decir día y noche exactamente porque ya ni siquiera los diferencio.
Duermo cuando tengo sueño y camino por la casa el resto del tiempo. Mis ojos ya se han acostumbrado a la oscuridad y veo como los gatos.
La luz del portátil me sirve para todo. No me atrevo a encender las grandes.
Estoy segura de que si sigo viva es por eso.

Raciono la comida y por primera vez en mi vida doy gracias a la providencia por hacerme consumidora ingente de productos pre-cocinados y enlatados.
Si enciendo el grifo corre el agua. Siento que me saliva la boca y la sensación de sed, las ganas de amorrarme a beber, son insoportables.
Pero no me fío. No mientras me quede agua embotellada que racionar también. Ni siquiera quiero ducharme.
No sé por qué escribo esto. No lo sé.
Quiero mantener la cordura. Quiero saber que no me he vuelto loca totalmente como tantas y tantas veces había pronosticado mi psiquiatra.
Quiero ver si hay alguien más.
Enciendo la televisión a cada hora. Siempre el mismo mensaje en todas las cadenas.
Distintas palabras, mismo contenido; “lamentamos las molestias pero hemos salido corriendo a salvar el culo en lugar de portarnos como profesionales y seguir al pié del cañón”...poco mas o menos.
A lo mejor están muertos. ¿Quien mierda sabe?
La televisión al fin unida en un solo mensaje.
Internet totalmente muerto. Nada nuevo en 4 días. Ni periódicos digitales, ni en paginas web, ni siquiera en el puto fanfiction.
El teléfono, eternamente dando señal de ocupado, llame a donde llame.
Los tres móviles que tengo en casa sin cobertura.
Y la radio, dios mejor ni hablar. Cada vez que la encendía oía el maldito “TipTop-TipTop” por ella.
La maldita era de las telecomunicaciones se ha ido a tomar por el culo. Hemos vuelto a la edad de piedra.
Supongo que por eso escribo esto. Voy a enlazarlo a todas las webs que pueda y espero una respuesta desesperadamente.
Algo en inglés escribiré también pero mierda...se me da tan mal.
He buscado todas las cadenas mierda que la gente me ha estado mandando; esas listas interminables de correos electrónicos y les he agregado a todos al messenger.

Espero que alguno se conecte. Tal vez tenga mas información acerca de lo que pasa que yo, o si no da igual.
Solo quiero que alguien me demuestre que está ahí, que queda alguien que ha tenido bastante cerebro como para apagar las luces y quedarse quietecito en su casa.
Tampoco sé nada de mis padres. Espero que estén bien.
Tengo ganas de llorar.
 
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