dia 8

La decisión no fue fácil de tomar pero la tomé.
Lo hice.
Aparté el mueble que cubría la puerta del balcón lo suficiente para ver lo que ocurría fuera y recuerdo que solo pude pensar “oh dios”.
Al principio creí que estaba nublado. Levanté los ojos esperando la cálida luz del sol, pero ahí no había nada.
El cielo amarillento, el aire amarillento. Y es que una especie de ceniza ocre flota en el ambiente y se acumula caída en mi balcón con casi dos palmos de altura, como nieve.
Ahora ya me he hecho a la idea de que “eso” está ahí, pero en aquel momento casi me caigo de culo.
No sé si esto está solo en Barcelona o en mas sitios.
No hay ni una maldita imagen.
He buscado algo que se le parezca, pero nada.
Ni siquiera sé si es venenoso, pero lo que sí sé es que me cuesta respirar por culpa de eso.
Doy gracias a dios por haberme hecho cerrar puertas y ventanas sin embargo no me siento a salvo.
Sentir como los motivos para abandonar el único sitio que consideras seguro crecen y crecen no es algo agradable pero aún así decidí hacerlo momentáneamente.
Necesitaba comida y algo más.
Necesitaba sentirme segura.
He destrozado mi sabana más bonita con unas tijeras, y cuando las tijeras se han atascado por las prisas he seguido a tirones
Mis botas con puntera de metal, un pantalón de pijama, otro de chándal encima (dios, desde el colegio que no usaba eso), una camiseta de manga larga, guantes y gorro de lana, las viejas gafas de bucear, una mochila y los jirones de sabana rosa pastel empapados en agua mineral envolviéndome nariz y boca.
Reconozco que antes de salir, palo de escoba en mano, no he podido evitar sonreír ante el espejo. Yo soy incapaz de salir a la calle con un mínimo glamour y existen tías como Mila Jovovich capaces de derrotar a ejércitos zombie en shorts y ligueros, hay que joderse.

En la calle reinaba el silencio.
A la carrera he salvado la distancia que me separa del centro comercial. Tal vez por la soledad, o por los coches abandonados en medio de la calzada, algunos con las puertas abiertas, tal vez por el eco, los semáforos aún cambiando de color o por la ceniza amarillenta que lo cubría todo, me a dado la sensación de estar en otro planeta.
Alguien se me había adelantado. La puerta automática estaba literalmente reventada.
Durante un segundo me ha invadido la duda, pero mis ojos han vagado hacia la izquierda, hacía la tienda que hay justo al lado del supermercado.
Una pequeña tienda de ropa de trabajo. No estaba saqueada.
Suelo tener pocas ideas brillantes pero la de hoy a sido una de esas.
He buscado en un coche cercano la barra de inmovilizar el volante y la he lanzado contra el escaparate.
A la primera solo lo he agrietado, de modo que he seguido insistiendo.
Siempre he pensado que eran mas fáciles de romper.
Hasta la cuarta o la quinta no ha cedido y sonaba una alarma insoportable.
Monos de trabajo, guantes de calidad, y mascarillas.
He metido todo lo que cabía en la mochila con prisas, como si estuviese robando de verdad y cuando me disponía a salir, me he topado de frente con dos mascaras antigás de las que usan los bomberos.
Y ha sido mejor de lo que nunca podría haber soñado.
Me he arrancado la sabana de la cara y me he puesto una precipitadamente.
La otra ha acabado también en la mochila, nunca se sabe.

Antes de salir una de esas máquinas de café y té que estaba en la trastienda también ha quedado destrozada bajo mi barra, lo he hecho para quedarme con la bolsa de leche en polvo que escondía en sus tripas. Me he sentido miserable, pero no puedo permitirme el lujo de despreciar nada.

Después de la tienda, mochila a cuestas he puesto 50 céntimos en uno de los carros del supermercado y he paseado por él como quien hace la compra.
He podido sacar paquetes de pasta pre-cocinada, un par de botes de tomate frito, algunas latas de espárragos, cinco tarros de mayonesa, refrescos, leche condensada, harina, galletas y alguna que otra conserva.
Con eso y un par de botellas de agua se me sentido como un gran cazador que vuelve a su cueva, avanzando sobre la nieve amarilla, con el bisonte metido en un carro de supermercado.

2 supervivientes:

Silvia Coleto dijo...
marzo 01, 2009

"Yo soy incapaz de salir a la calle con un mínimo glamour y existen tías como Mila Jovovich capaces de derrotar a ejércitos zombie en shorts y ligueros, hay que joderse."
Amén xD

Willy Galleta dijo...
marzo 05, 2009

Te arriesgas demasiado. ¡No sabes lo que puede haber ahí fuera! >_<

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