dia 53

Hoy Gerard me despertó con horario de gallina y a mí despertarme pronto siempre me pone de muy mal humor.
Y creía que mi dia no podía empeorar; allí, tirada en aquella autopista solitaria, llena de coches abandonados y polvo, con un mercenario francés que era peor que mi madre con el hombro doliéndome horrores y una invasión alienígena dominando la Tierra.
Gerard decía de volver, y yo decía que llegaría a Madrid aunque fuese a la pata coja, el se a puesto gallito y hemos comenzado a chillarnos allí, en medio de la nada mas absoluta.

¿Y que dirías que ocurrió mientras Gerard y yo discutíamos a grito pelado, haciendo que los cristales de las mascaras antigás se empañaran ligeramente?
Pues que algo a pasado justo en medio de los dos, como un globo, desenfocado por la poca distancia que lo separaba de mis ojos, un globo gris que ha seguido su camino tras hacernos enmudecer y mirarnos confusos.

Nadie ha tenido que explicarme que esa especie de zeppelín siseante, que volaba exactamente igual que cuando hinchas un globo y lo sueltas sin atar era uno de los marcianos.
En el momento me ha parecido casi un insulto.
Años de teorías conspiranoicas, de hombrecitos verdes, Roswell, y la jodida guerra de los mundos para descubrir que nos han invadido una raza de globos de color gris parduzco.

No le hemos perseguido, al contrario. Corrimos en la dirección de la que parecía proceder aquel ser durante unos minutos en los que gracias a mi asma me pareció que el corazón me saldría por la boca. No paré de correr hasta casi chocar con Gerard, y ver lo que él veía.
Unos enormes postes de alta tensión a los que se aferraban centenares de esas cosas, como extrañas babosas que reptan por ramas negras.
La frase escrita por mi amiga Alicia fue lo primero que pasó por mi mente y le dije a Gerard pero él no parecía entenderme.
Aquellas cosas estaban repletas de hidrógeno.
Sin duda al primer chispazo, todo aquello se iría al carajo.

Yo miraba sin entender, sin saber porque aquellas extrañas criaturas iban a la electricidad (algo que puede llevarlas a explotar) y se aferraban a los cables de un modo viscoso y lento hasta que la voz de Gerard me brindó la solución como en un sueño, con una sola frase demoledora e irrefutable.

“están comiendo.”

Electricidad.
Sin duda tiene que ser eso.
Suena a locura, aunque solo en este planeta ya que (y después de meditarlo mucho) he llegado a la conclusión de que el verdadero problema de estos bichos es la combustión, algo que no existe en el espacio debido a la ausencia de oxigeno.
Así que no es descabellado pensar que, pese a estar rellenos de hidrógeno se alimentan de electricidad.
Nos hemos sentado a observarlos un rato sin saber muy bien que hacer. Ni lo sabemos.
En cuatro horas hemos visto explotar a dos. Pero los demás siguen como si nada pasase.

Uno de ellos ha roto un cable al reventar que ha quedado siseando en el suelo como una culebra, hasta que se han abalanzado sobre él como los buitres de los documentales, inmovilizándolo contra el suelo, como si fuese un ser vivo, formando una masa móvil en la tierra que crecía y crecía.
Ahora me explico los cortes eléctricos

dia 52

“Se despertó y el dinosaurio todavía estaba allí”

Dormía en la parte de atrás del todo-terreno que Gerard había “cogido sin permiso y sin intención de devolver” y nada mas abrir los ojos esa pequeña frase, cuento corto y perfecto de Monterroso me golpeó el cerebro como una pedrada.
Todo igual.
Yo también he “cogido sin permiso y sin intención de devolver” una pequeña maquinita con la que conectarme desde las zonas Wifi que se van cruzando en nuestro camino.
Al principio todo nos fue bien.
Mientras hacía el puente al coche Gerard se sorprendía de que yo no supiese conducir, y yo solo podía responder con un encogimiento de hombros a su pregunta “y como pensabas llegar a Madrid?”
La verdad es que no lo había pensado.
Yo no pienso las cosas.
Ese es mi mayor problema.

A las ocho de la mañana estábamos saliendo de Barcelona como quien acaba de patear un avispero.
El plan (en principio) era llegar, coger a mi amiga y después...

no había después, no sé que había pensado el francés para “después”.

Nada mas despertar, la música de ABBA comenzó a sonar a todo volumen, resonando en la inmensidad de las carreteras desiertas, llenas de coches abandonados aquí y allá, algunos incluso con las puertas abiertas o los cristales bajados.
Todo es tan absurdo, tan horrible, tan inmenso.

De repente oí a Gerard maldecir algo y subir las ventanillas y me di cuenta que todo volvía a estar como amarillento, murmuró que estaban cerca, que escupían esas esporas al moverse, como un globo cuando se deshincha. Yo miraba por la ventana esperando ver a alguno y esperando no verlo jamás, como si todo aquello fuese una broma de Gerard, el cuento del Coco o los gamusinos que cazas en el bosque.
Apagó el estridente sonido de ABBA.

En cualquier situación lo habría agradecido, pero no en aquella; el “tip top, tip top” volvía a resonar, devolviéndome retazos de lo que habían sido mis días, sola y a oscuras; de las explosiones; de Pink.
Le tendí una de las máscaras y se la puso casi sin ni soltar el volante y apenas el dio tiempo a que el coche avanzara dos minutos mas antes de que, sin ningún ruido mas se detuviera dejándonos tirados en medio de un silencio incómodo.
Entonces hemos entendido porque había tantos coches abandonados.
Al abrir el capó las esporas se comían el motor, como el ácido.

Llevamos cerca de una hora parados y tengo hambre.
Gerard dice que no es prudente avanzar a pie cuando está oscureciendo y que me duerma.
Pero no puedo dormir más.
Estamos pasando la noche en una carretera, pese a todo, las estrellas se ven preciosas.

dia 51

He tenido una acalorada discusión con Gerard.
Al principio seguía considerando que por mi seguridad era mejor que no supiera nada y me limitase a salir de la ciudad, que todo era información reservada.
Al preguntarle sobre los globos el se a limitado a poner cara de extrañeza y decir que quien me lo había contado.
Y entonces le he chillado que, maldito gilipollas, el cielo ha estado de color amarillo; que mierdas de información reservada podía haber allí...

Y me he ganado un buen bofetón.
Gerard es, si cabe mas cabezota que yo. No creo que sea mala persona, pero lo que si creo es que el “complejo del justiciero” le invade totalmente.
El complejo del justiciero es cuando una persona en vez de correr y salvar el culo se queda, pensando en que es lo correcto aunque no pueda hacer nada por cambiar o mejorar una situación. Y por lo que parece la “situación” de Gerard soy yo, una veinte añera gruñona y mal hablada que a poco que se descuide hará que le maten, como a Pink.
Soy consciente de ello.

Se ha sentado con un suspiro ante mis brazos en jarra y ha comenzado ha hablar muy lentamente, a narrar como les habían arrancado de un conflicto bélico para meterlos en una ciudad enloquecida.
Nadie les había dicho nada.
Algunas personas en la ciudad, totalmente idas por la ingesta de esporas atacaban a otras.
No sabía si la enajenación se debía a una exposición mas grande, a la edad o peso de la persona o simplemente era algo genético. A algunas les pasaba y a otras no.

Habían visto a gente matarse a mordiscos, destrozarse a golpes, con un sadismo impropio de cualquier ser civilizado.
Robar cadáveres para esconderlos, como los chacales.
Me decía que nunca había visto nada así. Era algo que un hombre de su batallón definió como Windigo, el duende de los bosques, pero que fuera lo que fuese las ordenes eran no dejar nada en pie.
Y así lo hicieron.
Y yo sentía que me había encontrado con una pieza gigante del puzzle.
Los gritos y disparos de los primeros tres días, cuando me atrincheré en mi casa después de las explosiones; la mímica de Pink.
Ya todo comienza a tener sentido en mi mente.

Me voy a Madrid. Ahora es Alicia la que me necesita.

dia 50

Apenas lo creo. Apenas puedo creer nada.
Esta mañana al despertarme el corazón me dio un vuelco.

En la barra del escritorio de mi portátil, una luz naranja parpadeaba.
La he mirado unos segundos sin reaccionar antes de abalanzarme sobre el ordenador y abrir la ventana de messenger que reclamaba mi atención.

Dos mensajes de una amiga que estudia en Madrid, preguntándome si estaba bien. Recibidos hacía cerca de hora y media. Seguía en línea.
He tecleado a trompicones hasta que me ha dado una respuesta.
No sé si alguien mas sabe lo que esta pasando pero me veo incapaz de repetir lo que ella me ha contado. Os pego un fragmento, después pensad lo que queráis y yo iré a pillar a Gerard por el cuello



“Alicia dice:
Tia, es que esto es muy fuerte, joder. Los putos globos están por todos lados aquí ¿Allí también? .O.

Mar =por favor contestad= dice:
¿Globos?

Alicia dice:
Si joder, los globos grises. ¿No los has visto?

Mar =por favor contestad= dice:
Aquí había una especie de ceniza amarillenta, pero se fue hace unos dias…

Alicia dice:
Si, es cosa de los globos. A lo mejor se han ido.

Mar =por favor contestad= dice:
No se de que hablas. En serio. Por aquí han estado pasando cosas horribles.
El ejercito está haciendo cosas horribles. No hay nadie en la calle, no hay nada en la tele

Alicia dice:
Entonces no los has visto?

Mar =por favor contestad= dice:
Ver que?

Alicia dice:
A los globos, los putos globos

Alicia dice:
Bueno yo los llamo globos, no se que son.
Alicia dice:
Vi uno de cerca el dia que todo se lio, cuando iba a la facultad. Son como una especie de saco grisáceo que vuela.
Ellos tiran las esporas amarillas que decían. Son como de seta y vuelan a propulsión.

Alicia dice:
Son algo muy raro, en serio no has visto ninguno?

Mar =por favor contestad= dice:
WTF?

Mar =por favor contestad= dice:
Sacos que vuelan y tiran esporas? Nena, ¿tu estas bien?

Alicia dice:
No. Cogi a uno, no muy grande y trate de diseccionarlo a ver que era. Y no se que hice que de repente esa cosa peto.

Mar =por favor contestad= dice:
Estas bien??

Alicia dice:
Bueno, tengo quemaduras en las manos y como me cai hacia atrás me hice daño en el tobillo. No creo que este roto, pero tengo una buena torcedura. Se ha hinchado como una bota.

Alicia dice:
Vuelan tirando hidrogeno. Lo digo para que tengas cuidado, porque esas cosas pueden petar. No son muy estables.


Mar =por favor contestad= dice:
Joder

Alicia dice:
Bueno, ahora estoy en casa. Estoy bien. Tengo provisiones.

Alicia dice:
Y pensar que todos se reían de mi cuando comencé a cultivar verduritas en el balcón xD

Alicia dice:
Y tu que tal?

Mar =por favor contestad= dice:
Bueno. Trate de disparar un rifle y me saque el hombro de sitio.

Alicia dice:
Joder tia, pero que trataste de disparar ¿un antitanques?

Mar =por favor contestad= dice:
No…yo que se…un rifle grande de militar.

Alicia dice:
Pues tuviste que cojerlo mal de cojones.

Mar =por favor contestad= dice:
Oh perdona, prometo que para el siguiente Apocalipsis me sacare un curso CCC en supervivencia.

Alicia dice:
Y aparte de eso?

Mar =por favor contestad= dice:
Bueno, encontré a un militar francés con el “complejo del justiciero” Que se le ha metido entre ceja y ceja salvarme el culo.

Alicia dice:


Alicia dice:
No te acerques a esa gente. Son peligrosos.

Mar =por favor contestad= dice:
Eso ya me lo dijo el. Creo que es un desertor o algo.

Alicia dice:
Mar, ese tío no es un militar.

Alicia dice:
Cuando todo ocurrió en ningún momento desplegaron a los militares en la ciudad, se los llevaron a otro sitio.

Mar =por favor contestad= dice:
¿Qué sitio?

Alicia dice:
No lo sé. Pero ese que esta contigo no es un militar. Estoy casi segura.

Alicia dice:
Aquí también había de esos. Yo pensaba que eran militares.

Alicia dice:
Los primeros días, de tanto respirar esporas a mucha gente se le fue la cabeza y atacaban a otra. Fue algo muy cafre.

Alicia dice:
Soltaron a una tropa de mercenarios armados hasta los dientes, como en Irak. Cuando ya no les quedó nada mas que matar se dedicaron a hacer el gamba por la ciudad. Y esos, primero disparan y después preguntan.

Mar =por favor contestad= dice:
¿y los cuerpos?

Alicia dice:
No se. Se los llevan, o se los comen o yo que sé. El caso es que desaparecen.”

dia 48

Los días pasan lentamente y ni Gerard ni yo nos atrevemos a movernos demasiado.
Sigo sin saber mucho de este hombre. Escribo esto ahora que duerme...no le gusta que escriba. Dice que podrían localizarnos, pero ¿quién? Realmente hay alguien? Y en caso de haber alguien ¿no es mejor que nos localicen?
Mi hombro sigue doliendo han pasado dos semanas y sigue hinchado, reclamando frío, latiendo y escociendo bajo las vendas.

Gerard calienta latas en el horno. Es un tío grande, con aspecto de llevar mucho tiempo en el ejercito, cosa que me extraña porque, si fuera así... quiero decir que cuando llevas cierto tiempo en estos sitios te ascienden, y ya no ves un campo de batalla porque estás calentito en un maldito bunker. No sé. A lo mejor solo son suposiciones mías.
Debe tener unos 40 bien llevados, de modales toscos, risa estruendosa y cicatrices de arañazos.
Tiene una herida en la pierna o el pie que no he visto, pero cojea ligeramente.
Le pregunto por su unidad y solo encuentro evasivas. Al principio me hablaba como si todo su grupo estuviese allí, disperso por la ciudad. Pero hasta yo me doy cuenta de que la triste verdad es que estamos solos. La hipótesis de que es un desertor es la que mas me gusta, aunque también puede ser que su unidad haya muerto, o se haya perdido...
Ahora mismo los puntos que más me escaman son:
- Porque hay militares franceses en Barcelona.
-¿Es un desertor?
-¿Qué es lo que sabe y no quiere contarme?
-¿Hasta que punto puedo fiarme de lo que me cuente?
Todo enlazado con la eterna pregunta...evidentemente ¿qué ha pasado aquí?
A él le sorprende que haya sobrevivido sola.
Le conté mi historia al principio. Solo rió y dijo que era como un gato; tenia 7 vidas.
Era la reina de los gatos.

En la habitación escuchamos discos de jazz mientras él monta y desmonta el fusil, murmurando el nombre de cada pieza en francés muy lentamente.
Tenemos largas conversaciones que duran noches enteras. Hablamos de nada.
Hablamos de sueños y recuerdos; de nuestras familias, de aquel viaje a Roma, de la fiesta de graduación.
Y cada vez que pregunto por los aviones se hace el silencio. Cada referencia al signo que decora todas las paredes es un reproche.
Le digo que yo también tengo derecho a saber, pero no escucha.
En cuanto mi hombro esté mejor saldremos de la ciudad

aviso

Rompo la pequeña magia del blog en vivo para agradecer a todos aquellos que me animais y seguis el rollo con vuestros comentarios y decir que no he muerto, peor...estoy de examenes. De modo que cuando logre acabar con todos volvere con energias nuevas y giros inesperados en la aventura

Un beso

Mar

DIA 34

Durante 2 días no salí de detrás del mostrador.
Pasar horas encerrada en la penumbra, casi sin atreverme a respirar me agotó psicológicamente de un modo que jamás hubiese podido imaginar.

Finalmente subí a la parte de arriba del edificio en el que estaba el ciber café en busca de comida; era un pequeño departamento con cocina, baño y cama.
Y entonces hice algo que hasta aquel momento me había parecido una locura pero...no sé.
Supongo que me sentía demasiado mal como para pensar.
Tomé una ducha.
El agua caliente, casi hirviendo, el vaho y por primera vez, despreocuparme totalmente de si estaba envenenada, tenia hongos o caía ácido.
Me daba igual.
Después busqué ropa limpia en los armarios y me sentí un poco mejor al abrazarme a Fernando en el sofá y dormir.
Dios no sé cuanto dormí. Y no me habría despertado de no ser por el hambre y la sed.
Medité un buen rato hasta que decidí que solo había dos opciones; buscar comida, o morir de inanición.
Llevaba tres días y medio sin comer, más de lo que he estado en mi vida, sin embargo no tenía hambre.
Ni un poco.
Pero tenía que comer.
La idea de que me ataquen de improviso en estos momentos ya se ha diluido bastante pero solo hace 4 días era terror real.
La imagen de Pink cayendo sigue nítida en mi cerebro como si siguiera viéndole ante mi; flaco, torpe y encorvado.
Lo único que cogí fue la mochila del portátil...y mi gato de la suerte.

Pasear por una ciudad vacía comenzaba a parecerme lo normal.
Hacía un día y medio que la ceniza había dejado de caer, y no ha vuelto a hacerlo hasta día de hoy, el cielo estaba brillante aquel día. Azul, despejado y precioso.
Bajé por la calle Balmes, con los oídos atentos a cualquier cosa, refugiándome bajo los toldos. Trasteé supermercados y comí sentada en cualquier pasillo. ¿Qué mas daba ya?
El plan era salir de Barcelona como fuese.
Caminé dejando que la brisa del medio dia meciera mis cabellos y en un par de momentos hasta llegué a casi confiarme. Casi pensar que aquello era normal, que estaba bien...
Y de pronto no pude sino pararme en seco. Como un golpe, una voz, una voz lejana...una guitarra, que me hizo echar a correr hacia ella muerta de miedo, pero no, no eran helicópteros.
Era una grabación.
Me planté bajo el balcón del que salía aquella música respirando a toda velocidad de cansancio y terror, pero tenía que mirar, tenía que ver.
La puerta de la entrada estaba rota, y la voz de Chavela Vargas con su “Llorona” parecía llamarme desde el piso de arriba.

Subí en un silencio sepulcral, como si la vieja Vargas estuviese allí y temiera interrumpirla. Como si el espiritu de la llorona fuese a marcharse para siempre si me veía.
La habitación estaba vacía. Solo el tocadiscos y una manta. Un armario ahora apartado también había estado cubriendo la ventana.
Tomé la manta con cuidad y debajo, un rifle.
Dejé el ordenador en el suelo y lo levanté como pude, oyendo como la canción volvía a comenzar.
Hasta que una voz a mis espaldas me hizo chillar.
Era un militar, grande, muy grande. Un militar como los que mataron a Pink.
Le amenacé con el rifle, le dije que se estuviera quieto pero se limitó a hablarme en un tono paternal que solo logró cabrearme más y más, diciéndome que lo dejara porque iba a hacerme daño.
Solo podía pensar en que yo si que iba a hacerle daño a él cuando apreté el gatillo, después sentí un golpe muy fuerte en el hombro, como un golpe con una vara de metal y mucho dolor.
Y caí al suelo chillando.
Tardé casi 10 segundos en saber que había pasado; no había tenido en cuenta el retroceso. Así de simple.
La bala se había incrustado en el techo, sobre la puerta y yo me había hecho realmente daño.
Después, sobre el dolor, sobre Chavela Vargas, llegué a pensar que me mataría. Pero no lo hizo.
Solo me susurró que aquello era normal, que me había dislocado el hombro.
Me cogió el brazo casi a la fuerza, impidiendo que me pusiera derecha con uno de sus propios pies y tiró fuerte de improviso. Nada jamás me ha dolido tanto.
Y lo movió para comprobar que estaba bien...y lo inmovilizó.
Yo no podía parar de llorar de dolor y miedo.
Y él me susurraba en español, un español con acento francés, preguntándome quien era y que hacía allí, y yo no sabía contestarle. No podía pensar.

Llevo con él 4 días. Le he preguntado varias veces que es lo que ocurre pero no quiere responderme. Solo me ha dicho que se llama Gerard y que nació en Toulouse. Habla mucho de Toulouse. Bueno...habla mucho.
Me llama “princesa” y me trae comida; dice que tiene una hija de mi edad.
De lo ocurrido con Pink solo me dice que no me acerque al ejercito, ni al de salvación.
Creo que es un desertor. Ni siquiera sé si realmente se llama Gerard, ni que hace aquí un militar con acento francés.
Todo es muy confuso.
 
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